En este artículo se abordará la relación entre el hígado graso y el consumo de fruta. En redes sociales se repite un mito cada tanto: “¡la fruta provoca hígado graso!”. ¿Qué de cierto hay en eso? Cojamos la evidencia científica y revisemos en profundidad.
¿Qué es el hígado graso?
El hígado graso o esteatosis hepática es una enfermedad hepática de origen metabólico en la que se acumula grasa en el hígado. Esta condición puede ser causada por el consumo excesivo de alcohol, la obesidad, la diabetes tipo 2, el colesterol alto y/o la resistencia a la insulina.
El hígado graso no alcohólico es la forma más común de la enfermedad y afecta a más de 25% de la población mundial. A menudo, esta condición no presenta síntomas conocidos, lo que puede llevar a complicaciones a largo plazo como la cicatrización del hígado, la insuficiencia hepática y el cáncer de hígado.
El tratamiento para el hígado graso incluye cambios en el estilo de vida como la pérdida de peso, la dieta saludable y la actividad física regular. En casos graves, se pueden recetar medicamentos o incluso se puede recurrir a la cirugía si el daño hepático es irreversible.
Pero eso no es todo, ahora también sabemos que incluso reducir la velocidad de masticación podría ayudar mucho.
Hígado graso alcohólico y no alcohólico
Existen dos tipos principales de hígado graso: el hígado graso alcohólico y el hígado graso no alcohólico. El hígado graso alcohólico es causado por el consumo excesivo y crónico de alcohol, mientras que el hígado graso no alcohólico se produce sin la presencia de alcohol en el cuerpo.
El hígado graso no alcohólico está asociado con la obesidad, la resistencia a la insulina y la diabetes tipo 2. Ambos tipos de hígado graso pueden ser asintomáticos en las primeras etapas, pero si no se tratan, pueden progredir y dañar el hígado a largo plazo, causando cicatrización, cirrosis y falla hepática.
La fructosa y el hígado graso no alcohólico
La fructosa es un tipo de azúcar simple muy utilizado en la industria alimentaria como edulcorante. La ingesta excesiva de fructosa puede tener efectos negativos en la salud, incluyendo el desarrollo de obesidad y enfermedades relacionadas con el hígado, como el hígado graso no alcohólico.
La fructosa es metabolizada principalmente en el hígado, donde su exceso puede llevar a la acumulación de grasa en el órgano, contribuyendo así al desarrollo de la enfermedad hepática. Limitar el consumo de bebidas ricas en fructosa, como los refrescos endulzados con azúcar y los alimentos ultra-procesados, puede ayudar a reducir el riesgo de desarrollar este trastorno hepático.
La fruta como fuente de fructosa y otros nutrientes
La fruta es una excelente fuente de fructosa y otros nutrientes esenciales que el cuerpo necesita para mantenerse saludable. La fructosa, un tipo de azúcar natural, es uno de los principales componentes de la mayoría de las frutas.
Además de ser una fuente de energía rápida y fácilmente utilizable para el cuerpo, la fructosa también ayuda a mantener los niveles de azúcar y lípidos en la sangre estables.
Además, las frutas también son ricas en vitaminas, antioxidantes y fibra dietética, lo que las hace ideales para promover la salud en general y prevenir enfermedades crónicas como la obesidad, la diabetes y las enfermedades del corazón.
Al incorporar una variedad de frutas coloridas en la dieta diaria, se pueden obtener beneficios importantes para la salud y el bienestar a largo plazo.
La fructosa de la fruta no genera hígado graso
En medio de las preocupaciones sobre la enfermedad del hígado graso no alcohólico inducida por la dieta, muchas personas se preguntan si comer ciertas frutas puede contribuir a esta condición.
Mientras que el consumo de fructosa procesada, que se encuentra en algunas frutas azucaradas, puede ser una causa de hígado graso no alcohólico por acumulación de ácidos grasos, el consumo de frutas enteras no conducirá a esta condición.
Esto se debe a que comer fruta entera proporciona nutrientes beneficiosos como vitaminas y minerales, así como fibra dietética que ayuda a retardar la absorción de fructosa. Entonces, si bien es importante controlar atentamente su consumo diario de azúcar de fuentes procesadas, como jugos (así sean caseros) y dulces elaborados con ingredientes refinados, comer una variedad de frutas naturales es perfectamente seguro.
¿Qué dice la ciencia?
A pesar de que no existe una “dieta para el hígado graso”, sí sabemos que una dieta sana prescrita por un nutricionista dietista puede contribuir a la mejoría de esta condición. Estos serían algunos buenos alimentos para el hígado graso.
Frutas y verduras
Numerosos estudios han constatado que las frutas y las verduras son alimentos plenamente compatibles con el hígado graso. La razón es que reducen la inflamación y, como lo vimos antes, en el caso de las frutas, su contenido de fructosa no nos preocupa.
También hay estudios mal diseñados que los enemigos de la fruta han usado luego de quedarse sólo con el abstract. Por ejemplo, este estudio concluye que existe más probabilidad de hígado graso si se consumen más de 4 porciones de fruta al día.
Sin embargo, en este estudio previamente citado, no se controlan variables como el tipo de dieta de los participantes. Es decir, una persona con una dieta pésima en general, podría también incluir varias porciones de fruta al día. Pero como este factor no se controló, el estudio pierde mucha validez.
Es más, el estudio es tan regular, que a la revista que lo publica le han hecho llegar cartas que le piden que retire el estudio y que los resultados no sean tenidos en cuenta por la comunidad científica.
Ah, y los participantes incluidos YA tenían hígado graso, lo cual, de nuevo, le quita sentido al estudio. En conclusión, para la ciencia no hay frutas malas para el hígado graso.
Frutas buenas para el hígado hay bastantes (todas). Si tenemos en cuenta que las enfermedades son estados inflamatorios, sabremos que el consumo de alimentos con propiedades antioxidantes convendría.
Es más, las personas con exceso de peso, generalmente, tienen hígado graso no alcohólico. Pues bien, un estudio aleatorio controlado encontró que 3 manzanas al día reduciría los marcadores de inflamación en este tipo de pacientes.
Un metaanálisis de ensayos aleatorios controlados que evaluaron el riesgo de hígado graso y esteatosis hepática, encontró que no habría frutas malas para el hígado. Y, además, recordó que lo más importante es la fuente de fructosa a la hora de relacionar la fructosa con dicha enfermedad hepática, resaltando las bebidas azucaradas como desencadenantes de la misma.
Las grasas de la dieta mediterránea
Maní, nueces, almendras, pistachos, etc. Alimentos espectaculares que, por su “alto contenido” de calorías, han sido satanizados en el pasado. Pero resultan poderosos aliados para la prevención y tratamiento de enfermedades, sobre todo las relacionadas con el corazón.
Estudios controlados han encontrado que, dietas como la mediterránea, contribuyen a reducir la esteatosis hepática en, por ejemplo, adolescentes. Y recordemos que esta dieta es especialmente rica en frutos secos, así que ya nos podemos dar una idea.
Pero esta fabulosa dieta no sólo es rica en frutos secos, sino también en frutas y verduras (de las que ya hablamos), aceite de oliva y en pescados, entre otros. Y al parecer no sólo contribuye a la salud hepática, sino que reduciría los triglicéridos, ayudaría a tener mejores niveles de glucosa en sangre y un peso más saludable.
Y si hay frutas para el hígado que no mencionamos antes, está el aguacate. Claro, entraría en la categoría de grasas y es hora de mencionarlo. De él, se sabe que contribuye a mejores valores de lípidos en sangre, pero no conocemos hasta la fecha estudios que hayan revisado específicamente su papel en esta enfermedad.
Por último pasemos al fabuloso aceite de oliva. Conviene que los profesionales de la salud invitemos a los pacientes a hacer el esfuerzo por comprar aceite de oliva (ojalá extra virgen). Sus características antioxidantes lo harían genial a la hora de contribuir a mejorar la salud hepática.
Recuerda seguir las recomendaciones de tu médico y nutricionista tratante. Si buscas una consulta nutricional online diferente, te invito a conocer mis planes:
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Conclusiones
- El consumo excesivo de fructosa procesada, presente en algunas bebidas azucaradas y alimentos ultraprocesados, puede contribuir al desarrollo de hígado graso no alcohólico. Sin embargo, el consumo de frutas enteras, que contienen nutrientes beneficiosos y fibra dietética, no está asociado con el hígado graso.
- Una dieta equilibrada que incluya frutas y verduras puede ser compatible con el hígado graso, ya que estos alimentos ayudan a reducir la inflamación y proporcionan antioxidantes que benefician la salud hepática.
- Algunas frutas como la manzana, los cítricos, el aguacate, la papaya, el kiwi y los frutos secos pueden tener propiedades antioxidantes y antiinflamatorias que son beneficiosas para el hígado graso. Sin embargo, es importante evitar el consumo de bebidas azucaradas y comestibles ultraprocesados.